lunes, 31 de marzo de 2014

El curioso incidente del perro a medianoche (de Mark Haddon)

   Christopher Boone es un personaje peculiar. Es imposible no encariñarse con él a medida que uno lo va descubriendo a través de ésta historia. Un personaje especial que se vuelve entrañable. A sus quince años, Christopher es un pequeño gran genio en matemáticas, que se prepara para obtener su título de Bachiller en esa materia, pero también adora la física y las ciencias, le gusta aprender sobre el universo y ve y analiza, desde su propia óptica, el mundo que lo rodea con una mirada muy particular. A su corta edad, Christopher conoce todas las capitales de todos los países del mundo, puede recitar los números primos hasta el 7.507, sabe explicar la teoría de la relatividad, le gusta el ajedrez, los rompecabezas, jugar con su ordenador, solucionar problemas de matemáticas, los animales, el color verde y el rojo, los batidos de frutas y los vegetales, los horarios, los esquemas y la verdad, pero no le gusta el amarillo y el marrón, estar rodeado de gente, los abrazos y relacionarse con otras personas. Prefiere estar el mayor tiempo posible solo, no le gusta que lo toquen, grita cuando se siente enfadado o confundido, puede no comer o beber nada durante mucho tiempo y no come sus comidas si éstas se tocan entre sí, no se da cuenta cuando alguien se enfada con él, se marea o se siente furioso si alguien cambia los muebles de lugar, dice cosas que la gente considera groseras y por eso  nunca miente.

   Pero Christopher no sólo es el centro de ésta novela, en la que al pasar de página en página, van apareciendo otros personajes y situaciones que pintan el trasfondo de ésta historia dándole relieve, poniéndola en contexto. Christopher es el centro de la vida de  sus padres, todo gira en torno a él. Hijo de padres trabajadores, su madre, empleada en diferentes negocios, su padre, reparador de calefactores eléctricos. Una madre con muy poca paciencia y con tendencias depresivas, y un padre con toda la paciencia del mundo dispuesto a darlo todo por su hijo, son los responsables de Christopher.
 Ésta es la típica historia en la que todos los esfuerzos y sacrificios que uno realiza por otra persona se ven de pronto arrojados a la basura en cuestión de segundos. Una cruel mentira traicionará la confianza y va a costar mucho recuperarla. Todo empieza cuando Christopher descubre a Wellington, el perro de su vecina, muerto y su curiosidad por saber quién mató a Wellington lo lleva a descubrir lo inesperado. El asesino resulta ser quien nunca imaginó que podría llegar a ser. Y en su búsqueda de la verdad, descubre también cómo es de complejo el mundo de los adultos y cómo estos se manejan dentro de él de maneras tan absurdas e inentendibles, un mundo envuelto en mentiras que se desvanecen y al resquebrajarse dejan ver detrás de ellas la luz de la verdad, tan brillante como un sol enceguecedor. Un mundo en el que las cosas nunca mantienen su mismo lugar. En ese mundo,    Christopher le hace frente a sus miedos, logra viajar solo desde Swindon, su ciudad natal, hasta Londres en busca de su madre y lo narra todo en un libro de su propia autoría. Finalmente, alcanza todos sus objetivos, aunque el mundo que lo rodea no sea como al principio, aunque ya nada permanezca igual, la singular mirada de Christopher quedará grabada dentro de cada lector, iluminándonos, haciéndonos ver ciertas cosas de un modo sin igual.

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